EL GOLPE.
Texto de Christian Núñez.
La obra visual de Bertha Gío (Mérida, México, 1989) no es conversacional; combate con el espectador: lo desafía, le oprime la cara contra el piso, le responde agresivamente.
Esa violencia congelada es la reacción a una hostilidad contra la mujer cuyos orígenes se remontan a la cultura del machismo, en Mérida todavía dominante, ¡por supuesto! ¿Qué es la mujer?, dice el público, y en la pregunta ya descubrimos, por debajo, un intento de cosificarla, una carga de rechazo cínico y de misoginia. Practiquemos para el futuro: ¿Un ama de casa perfecta, el estandarte de la vida familiar, la administradora de los bienes del esposo, la paloma del pequeño nido? Admirables definiciones! ¡Bravo, lector! No hay que sentirse culpables, lector. Tú y yo sabemos de qué lado está la verdad.
Bertha Gío se mofa de los esquemas impuestos por una sociedad falocéntrica, ¡que tiene como uno de sus máximos representantes al yucateco, orgullosamente! En la protesta feminista, los golpes a su dueño. Las mujeres de Bertha murmuran No somos de este mundo, la vida está resuelta y es triste, y lloran. Fragmentación, uso de figuras aisladas en atmósferas torcidas, desequilibrio mental.
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Por: Luciano Sánchez Tual
Primero, usted emitirá gritos inarticulados. Y será tentado a regresar a ello. Es normal. La poesía, en realidad, precede por poco el lenguaje articulado.
Vuelva a zambullirse en los gritos inarticulados, cada vez que usted sienta la necesidad. Es un baño de juventud. Pero no lo olvide: si no logra, al menos de vez en cuando, lograr salir de ese baño, usted morirá. El organismo humano tiene sus límites.
Los mecanismos de solidaridad social (seguro social, becas, etc.) deberán ser utilizados a fondo, así como el apoyo financiero de los amigos más acomodados. No desarrolle una culpabilidad excesiva sobre este asunto. El poeta es un parásito sagrado.
El poeta es un parásito sagrado; semejante a los escarabajos del Antiguo Egipto, puede prosperar sobre el cuerpo de las sociedades ricas y en descomposición. Pero tiene igualmente un lugar en el corazón de las sociedades fuertes y frugales.Michel Houellebecq, “Seguir vivo” , 1991.
Hojeando libros en una tienda encontré el pensamiento de que la estética es una problematización entre lo que necesita la sociedad y lo que necesita el individuo. Cuando observo el trabajo de Bertha Gio, vienen a mi mente las cualidades posibles de tal problematización.
“¿Solidaridad u objetividad?”, preguntaba Richard Rorty en sus Escritos Filosóficos. ¿Bertha es solidaria o es objetiva? ¿Se puede ser objetivo al mismo tiempo que solidario? Al parecer, para un uso social, no es muy difícil objetivar la solidaridad; un instructivo de maniobras de primeros auxilios (¿no hay manual de segundos, terceros, cuartos auxilios?) lo ejemplifica dando cuenta de un proceso normativo ante una desgracia (ojalá hubiera instructivo para saber que hacer ante un niño desnutrido o cien mil personas sin trabajo o un perro abandonado). En cambio, ¿la objetividad puede ser solidaria? Al mostrar su pensamiento artístico, ¿Bertha puede volverlo solidario o se conforma en un escupitajo egoísta? Quizá su estrategia es más fina y quiere mostrar que sin solidaridad comunitaria, intelectual, interpersonal, todas las objetividades no puede ser una objetividad, porque quedarían siempre como posturas en pie de guerra.